Bajando los humos

Un hombre que acababa de ser elegido al Parlamento Británico llevó su familia a visitar Londres. Él se sentía muy importante mientras les contaba de su nuevo empleo y los llevó a hacer un recorrido por toda la ciudad.

Bajando los humos

Cuando entraron en la Abadía de Westminster, su hija de 8 años se quedó pasmada por el tamaño de la magnífica estructura. Su orgulloso padre le preguntó:

– “Querida, ¿en qué estás pensando?”

Ella contestó:

– “Papi, estaba pensando en lo grande que eres en nuestra casa, y lo pequeño que te ves aquí.”

Sin saberlo, aquella niña dijo algo que su padre necesitaba escuchar.

El orgullo puede infiltrarse en nuestra vida muy fácilmente y, de vez en cuando, es bueno que a uno “le bajen los humos” y nos ayuden a recordar que no debemos de tener un concepto de nosotros más alto que el debido.

Aunque esta historia no es propiamente de Adviento, quise compartirla con ustedes porque en unos días Dios volverá a despojarse de toda su grandeza y majestad para venir a acurrucarse en un pequeño y sucio pesebre… cada uno de nuestros corazones —el tuyo y el mío— se convertirán en otros “belenes” donde Dios pondrá nuevamente su morada… y si Dios, siendo Dios, va a hacerse pequeño… piensa cuánto más pequeños aún debemos hacernos nosotros para recibirle…

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