Casta Meretriz

Hace unos días “conversaba” con una hermana evangélica y es interesante como al señalar la naturaleza pecadora del Santo Padre, que es compartida por todos los hombres, incluyéndola a ella… pretendía cuestionar la nota característica de santidad de la Iglesia…

San Ambrosio de Milán, en su obra Expositio in Lucam (Comentario al Evangelio de san Lucas), utiliza la imagen de Rajab, la prostituta de Jericó que escondió en su casa los israelitas que Josué había enviado a explorar la ciudad… para explicar la santidad de la Iglesia, que es tal a pesar de que acoge en su seno a hombres pecadores…

Rajab –que en el tipo era una meretriz, pero en el misterio es la Iglesia– indicó en su sangre el signo futuro de la salvación universal en medio al asedio del mundo. Ella no rechaza la unión con los numerosos fugitivos, tanto más casta cuanto más estrechamente unida al mayor número de ellos; ella que es virgen inmaculada, sin pliegue, incontaminada en el pudor, amante pública, meretriz casta, viuda estéril, virgen fecunda… Meretriz casta, porque muchos amantes la frecuentan por lo atractivo del amor, pero sin la contaminación de la culpa (In Lucam III, 23).

La frase “casta meretrix” fue el título de un ensayo del teólogo Hans Urs von Balthasar… y luego volvió a ser usada por el teólogo Hans Küng, en su ensayo “La Iglesia”… esta frase es fuerte en vocabulario y profunda en contenido teológico… pero sobre todo, encierra parte del Misterio que hace que la Iglesia sea Iglesia…

La Iglesia es y siempre será santa… no por virtud propia, sino por el hecho indisoluble de ser elegida y separada por Dios para ser “su pueblo”… es en virtud a esta pertenencia a Dios –el “Santo”– donde la Iglesia reconoce su santidad… Pero la Iglesia también es pecadora… ¡y cómo no serlo, si la herimos cada día con nuestras faltas y pecados!… por eso, aunque llamada a ser la Jerusalén Celeste, tiene que dejarse acompañar de esta realidad –la nuestra– mientras peregrina por esta tierra…

Dentro de este contexto, quiero presentarles un hermoso pasaje donde el teólogo alemán Karl Rahner encuentra a la Iglesia de Jesucristo encarnada en la mujer adultera de Juan 8, 1-11…

“Señor esta mujer ha sido atrapada en flagrante adulterio. ¿Qué dices sobre ello?”. Y la mujer no podrá negarlo. Es un escándalo. Y no hay nada que embellecer. Piensa en sus pecados, que realmente ha cometido, y olvida (¿qué otra cosa podría hacer la humilde sierva?) la oculta y manifiesta magnificencia de su santidad. Por eso no quiere negarlo. Es la pobre Iglesia de los pecadores. Su humildad, sin la cual no sería santa, sabe sólo de su culpa. Y está ante aquel al que ha sido confiada, ante aquel que la ha amado y se ha entregado por ella para santificarla, ante aquel que conoce sus pecados mejor que los que la acusan. Pero calla. Él escribe sus pecados en la arena de la historia del mundo que pronto se apagará y con ella su culpa. Calla un pequeño rato que nos dura, que parecen miles de años. Y condena a la mujer sólo con el silencio de su amor que da gracia y sentencia libertad. En cada siglo hay nuevos acusadores junto a “esta mujer” y se retiran una y otra vez comenzando por el más anciano, uno tras otro. Porque no había ninguno que estuviese sin pecado. Y al final el Señor estará solo con la mujer. Y entonces se levantará y mirará a la cortesana, su esposa, y le preguntará: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?”. Y ella responderá con humildad y arrepentimiento inefables: “Ninguno, Señor”. Y estará extraña y casi turbada porque ninguno lo ha hecho. El Señor empero irá hacia ella y le dirá: “Tampoco yo te condenaré”. Besará su frente y hablará: “Esposa mía, Iglesia santa”.

– Karl Rahner, Iglesia de los pecadores

La Iglesia es cada uno de nosotros: tú, yo, el hermano que sufre, el que ríe, el que nunca ha cometido una falta y el que vive sumergido en el lodo del pecado… también la Iglesia somos todos, como asamblea, como pueblo en medio del cuál ha acampado Dios… en este tiempo de Cuaresma, te invito a reflexionar sobre todas las veces que –con nuestras palabras, actitudes y acciones– contribuimos a destruir en lugar de edificar la Iglesia…

Comentarios

  1. Excelentes lecturas ambas… gracias y bendiciones!

    Romualdo
  2. DIOS LOS BENDIGA, disfruto y me edifican las lecturas de sus artículos, recomiendo la lectura de la Enciclica de Juan Pablo II: REDEMPTORIS MATER, y a San JoseMaria Escriba de Balaguer: CAMINO. SALUDOS DESDE GUATEMALA.

    Pedro Arsenio Lavarreda Anléu
  3. …… de gran reflexion, alguna vez escuche y tome como verdad la frase: “La Iglesia es pecadora por que los hombres estamos en ella, y es Santa por que Cristo permanece tambien en ella”…. pero jamas habia leido tan bella analogia descrita en este articulo, impregnada del amor de Dios,… bendiciones

    Fred Montes

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