Distintos pero iguales

Santísima Trinidad

Noemí y yo somos muy distintos… Ella es pausada, detallista y organizada; yo, en cambio, suelo ser impaciente, brusco y siempre ando con prisa. Ella tiene la necesidad de planearlo todo y le gusta saber de antemano lo que va a hacer mañana; yo, no es que improvise, pero ni tengo una agenda ni me interesa. Ella todo lo anota; a mí todo se me olvida. Ella es seria y formal; yo suelo ser bromista y me gusta hacer travesuras. Ella come vegetariano; mientras que yo prefiero un pedazo de carne (y no necesariamente “magra”). A ella le gustan las películas de comedia o drama; yo prefiero las de acción y ciencia ficción. Ella cuida su lenguaje; y a mí de vez en cuando se me escapa una palabrota. Sin embargo, a pesar de ser distintos en tantas cosas, por el amor que nos tenemos y por la gracia del sacramento del matrimonio, Noemí y yo somos “una sola carne”.

Aquellos que están casados entienden lo que digo. La compenetración de ambos crece de tal manera que basta con mirarse entre ellos para saber lo que el otro piensa o quiere. Si escuchas hablar a uno, es como si escucharas hablar al otro. Y llega un momento que aunque sean polos opuestos en sus personalidades, ver a uno es como ver a los dos.

Esta analogía, aunque en forma imperfecta, sirve para acercarnos un poco el Misterio de la Trinidad. Padre e Hijo son dos personas distintas, cada uno con una personalidad propia y, sobre todo, con una Misión particular. El Padre no es el Hijo y el Hijo no es el Padre. El Padre crea, el Hijo redime (y el Espíritu santifica). Jesús dijo que quien ha visto a Uno ha visto al Otro y lo que tiene Uno le pertenece también al Otro. Padre e Hijo, por el Amor que existe entre ellos, aunque son distintos, también son iguales. El amor que Noemí y yo nos tenemos nos hace ser “una sola carne”. El Amor que une al Padre y al Hijo hace que sean “un solo Dios”.

Pero ese Amor que existe entre el Padre y el Hijo, a diferencia del amor entre Noemí y yo, es un Amor perfecto, un Amor personal, un Amor vivo, un Amor transformador, un Amor que toma conciencia propia y se convierte en Persona. Así como Noemí y yo somos “uno” en nuestro amor; así también, Padre e Hijo son Uno en ese Amor que les envuelve y penetra y desborda. A ese Amor le llamamos Espíritu Santo.

Ese es el Misterio que celebramos hoy: Tres Personas Divinas, que están unidas de forma perfecta e inseparable; distintas, pero iguales; de una misma naturaleza, pero con una misión diferente; unidad en la diversidad, donde no puede distinguirse donde termina Uno y comienza el Otro. Es Dios, que siendo Uno también es Tres.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en una principio, por los siglos de los siglos. Amén.

Comentarios

  1. Dios ya te ha encontrado, pero tienes que dejarle entrar… no te fijes en tu tristeza o en tu soledad ni pienses que vales poco… para Dios vales mucho, fíjate que murió en una cruz por ti… y dijo que estaría contigo y conmigo y con todos, todos los días hasta el fin del mundo… el problema, y no lo digo por ti sino por mi experiencia personal, porque yo también me sentí una vez como tú te sientes… el problema es que estamos tan encerrados en nosotros mismos y en nuestro problema, que no le notamos a nuestro lado… ora… ve a visitarle al Santísimo… háblale y cuéntale tus cosas… pero has silencio y lee su Palabra… deja que Él también te hable a ti… todo se va a solucionar… tal vez no de la forma como tu esperas ni en el momento en que tú lo quieras… pero TODO se va a solucionar de la manera que más te convenga… agárrate fuerte de su Mano en la oración, espera pacientemente y confía en Él… DTB!

    Romualdo
  2. y…y..yo, yo no se que decir ni que hacer, me siento solo, y triste y siento que no valgo nada por que no encuentro a DIOS

    ERIK PEREZ TORRES
  3. Reconozco mi culpa y te pido perdon.

    Jackie
  4. y el calor ardientísimo es el ESPIRITU SANTO.

    .

    MARTHA VERDIN MARIN
  5. Me gusto mucho la analogía, yo en Divina Voluntad la había escuchado así, DIOS es z el sol inmenso grande fuerte, la luz que irradia es JESUS

    MARTHA VERDIN MARIN

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