Haz de tu viernes negro un bello amanecer

Haz de tu viernes negro un bello amanecer

Tal vez hoy has madrugado buscando buenos especiales para comprar algunas cosas. “Al que madruga Dios lo ayuda”, dice el refrán. También nosotros hemos madrugado para proponerte algunas ideas para tu reflexión, de manera que este llamado viernes negro, pueda convertirse para ti y los tuyos en un bello o mejor amanecer.

Unas palabras de Jesús tomadas de Lucas 12, 16-21

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?” Y dijo: “Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?” Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.”

Reflexionemos: Si madrugo (o sea, si me esfuerzo o sacrifico) para adquirir algún bien material a un buen precio, ¿soy capaz de sacrificarme para lograr más bienes espirituales? Esperamos que sí.

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Algunos datos para reflexionar

En Estados Unidos, definen al ser comprador compulsivo o shopaholic como “el arte de comprar lo que no se necesita con dinero que no se tiene”. A menudo se habla de esta disfunción como de una “adicción social”, en el sentido de que se da en grandes conglomerados urbanos y que, además, cuenta con una suerte de permiso social para crecer y prosperar.

Podríamos decir que es un conflicto que está estimulado por el sistema capitalista que a través de la publicidad genera necesidades y falsas soluciones.

Al efímero placer le siguen los remordimientos, las discusiones familiares por los gastos desmedidos, el sentimiento de culpa, la depresión y una ansiedad que sólo se apaga con un nuevo atracón consumista. La compra compulsiva comparte algunos rasgos con las conductas adictivas (se les llama también adictos a comprar o shopaholics). Muy a menudo la necesidad obsesiva de gastar es un síntoma de algún trastorno psicológico.

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Algunos consejos para reducir el consumismo

  • A la hora de desear un producto, piensa cuánto impacta en nuestra economía, directamente en nuestra salud y en el medio ambiente.
  • Al comprar un producto, considera lo que haremos con él cuando lo desechemos (cuánto contaminará) y qué haríamos si no adquiriéramos el producto (alternativas y necesidad real del producto).
  • Evalúa si queremos un producto porque está de moda o porque realmente lo necesitamos y pensar cuánto durará dicha moda: ¿Realmente vale la pena adquirirlo?

Pensamientos del Papa Francisco

a) A los obispos invitados al encuentro mundial de las familias, Seminario San Carlos Borromeo, Filadelfia, 27 de septiembre de 2015,

Haz de tu viernes negro un bello amanecer

Algún tiempo atrás uno podía encontrar en un mismo comercio o almacén todas las cosas necesarias para la vida personal y familiar. Pero había un vínculo personal entre el dueño del negocio y los vecinos compradores. Se vendía fiado, es decir, había confianza, había conocimiento, había vecindad. Uno se fiaba del otro.

En estas últimas décadas se ha desarrollado y ampliado otro tipo de negocios: los shopping centers. Grandes superficies con un gran número de opciones y oportunidades. El mundo parece que se ha convertido en un gran shopping, donde la cultura ha adquirido una dinámica competitiva. Ya no se vende fiado, ya no se puede fiar de los demás. No hay un vínculo personal, una relación de vecindad. La cultura actual parece estimular a las personas a entrar en la dinámica de no ligarse a nada ni a nadie. A no fiar ni fiarse. Porque lo más importante de hoy parece que es ir detrás de la última tendencia o de la última actividad. Inclusive a nivel religioso. Lo importante hoy parece que lo determina el consumo. Consumir relaciones, consumir amistades, consumir religiones, consumir, consumir… No importa el costo ni las consecuencias. Un consumo que no genera vínculos, un consumo que va más allá de las relaciones humanas. Los vínculos son un mero «trámite» en la satisfacción de «mis necesidades». Lo importante deja de ser el prójimo, con su rostro, con su historia, con sus afectos.

Y esta conducta genera una cultura que descarta todo aquello que ya «no sirve» o «no satisface» los gustos del consumidor. Hemos hecho de nuestra sociedad una vidriera pluricultural amplísima, ligada solamente a los gustos de algunos «consumidores» y, por otra parte, son muchos –¡tantos!– los otros, los que «comen las migajas que caen de la mesa de sus amos» (Mt 15, 27).

b) En su encíclica Laudato sì hace un llamamiento para concienciar a la defensa del planeta y denuncia una lógica del mercado que crea “un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos” y que “las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios”.

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c) Durante la homilía de una misa celebrada un domingo de Adviento de 2014, el Pontífice denunció con energía que el consumismo en Navidad no es la verdadera alegría: “no a la alegría del consumismo que nos lleva al 24 de diciembre a todos con ansiedad, porque pensamos: ‘Ah, me falta esto….’ No, ésta no es la gloria de Dios”.

Mejora la preparación para la Navidad

a) Si piensas prepararte para Navidad, mejora la lista:

  • En vez de comprar presentes, tratemos de estar más presente en la vida de nuestros hijos y seres queridos.
  • En vez de envolver muchos regalos, envuelve a alguien con un abrazo.
  • En vez de enviar muchas postales, envía muchos deseos de paz.
  • En vez de comprar más comida, comparte más la comida.
  • En vez de comprar más ropa nueva, comparte ropa buena que no uses o cómprala para quienes no tienen.
  • En vez de poner muchas bombillitas, sé tú luz de Cristo en la próxima Navidad para los demás.

b) La Iglesia católica te propone el Adviento como tiempo de preparación a la Navidad. Éste comienza el domingo más cercano al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre en la tarde.

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A veces decimos que la Navidad es lo mismo todos los años o que no es como antes. Te proponemos vivir el Adviento como tiempo de espera de Cristo que vino, viene y vendrá. Vino como Niño. Viene en cada hermano. Vendrá con gloria para juzgarnos.

Preparémonos para recibirlo como Niño, como lo hace una madre embarazada, con todo esmero e ilusión. Preparémonos para recibirlo en los hermanos, descubriéndolo presente con ojos de fe en ellos. Preparémonos para recibirlo como juez, viviendo siempre el mandamiento del amor, la solidaridad y la misericordia.


Del brochure preparado para la Parroquia María Madre de la Misericordia, en Guaynabo PR.

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