La alegría del perdón | Perdonar es sanar 3

La alegría del perdón | Perdonar es sanar 3

Hay una antigua leyenda china en la que se refiere que una joven, llamada Li, se casó y se fue a vivir con su marido y su suegra. Pero Li no se entendía con su suegra y cada día discutían más y más. Era imposible la convivencia mutua. Sin embargo, de acuerdo a la tradición china, la nuera debía cuidar y obedecer a la suegra. Li pensó que no podría aguantar toda la vida con ella. Así que se fue a visitar a un amigo de su padre, quien le aconsejó que podía envenenar a su suegra; pero, poco a poco, para no levantar sospechas. Le dio unas hierbas y le dijo que cada dos días pusiera un poco en su comida. Para que nadie se diera cuenta de nada, debía actuar con mucha cautela. Por eso, debería extremar sus atenciones con la suegra y ser muy amable con ella.

Li actuó tal como le había dicho el consejero. Cada dos días le servía en su comida un poco de aquella hierba para ir matándola poco a poco. Mientras tanto, controló su temperamento, obedecía en todo a su suegra y trataba de hacerla feliz hasta en los mínimos detalles, siempre con la sonrisa en los labios. Le costaba, pero creía que sería por poco tiempo. Durante seis meses, la casa parecía un paraíso de paz y comprensión. No había discusiones y la actitud de la suegra cambió hasta el punto de tratarla con amor como a una verdadera hija.

También Li cambió y empezó a querer a la suegra, dejando de ponerle las hierbas. Un día fue a ver a su consejero y le pidió que, por favor, le ayudara para evitar que el mal que había hecho a su suegra con aquellas hierbas no surtiera efecto. Ya no quería envenenarla, porque ya se comprendían bien las dos. Entonces, el consejero le dijo: No te preocupes, las hierbas eran buenas, no le han hecho ningún mal. Tu suegra no ha cambiado, la que ha cambiado has sido tú. El veneno estaba en tu propia mente, que no podía verla como una madre sino como una mala mujer, que te hacía la vida imposible. Al cambiar tú, también ella te ha mostrado cariño.

¡Qué hermoso! Una leyenda que puede hacerse realidad, si ponemos más de nuestra parte para cambiar. ¡Qué importante es cambiar nuestra actitud mental hacia las personas que no nos caen bien! Quitemos el veneno del rencor de nuestra mente y de nuestro corazón y amemos a todos como hermanos. No olvidemos lo que decía san Juan de la cruz: Donde no hay amor, sembrad amor y recogeréis amor.


Del libro “La alegría del perdón”, por el Padre Ángel Peña… puede descargar este y otros de sus libros en autorescatolicos.org/angelpena.

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