La pequeña barca

Había un pueblo que quedaba a la orilla de un gran lago… una noche, dos amigos conversaban y se decían uno al otro que no eran felices allí… ellos habían escuchado de la otra orilla… y de las historias alegres de aquellos que habían logrado alcanzarla… así que tomaron la firme decisión de cruzar el lago, seguros de poder completar su empresa…

Esa noche, sin perder un minuto más, se montaron en la barca… y remaron… y remaron… y remaron… y remaron toda la noche… al llegar la mañana, cuando el sol comenzaba a levantarse en el horizonte y el día empezaba a clarear… extenuados hasta más no poder por el gran esfuerzo que habían realizado… se dieron cuenta que la barca seguía en el mismo lugar… pues se les había olvidado soltar la amarra que la mantenía amarada al muelle…

A muchos nos sucede como a estos dos amigos: reconocemos que no somos del mundo… que nuestro verdadero hogar y nuestra verdadera patria, está en la otra orilla… y queremos cruzar el gran lago de la vida… por eso intentamos ser mejores… «perfectos» nos dirá Jesús: «sed perfectos»… y lo tratamos… de verdad que tratamos… y ponemos todas nuestras ganas y todo nuestro esfuerzo en conseguirlo… pero volvemos a caer una y otra vez… no importa cuántas veces lo intentemos, nunca podremos despegarnos de la orilla por nosotros mismos… pues el pecado –la concupiscencia de la carne nos dirán los teólogos– nos mantiene amarrados a este mundo…

Pero si dejamos que la gracia de Dios nos alcance… si nos abandonamos en sus brazos con confianza… y reconocemos la pequeñez de nuestra naturaleza humana… entonces Él nos cubre con su Misericordia… y nos da las fuerzas para seguir adelante…

No hay mejor forma de soltar las amarras de tu alma que una buena Confesión… para luego zarpar en la barca de la Eucaristía… te aseguro que la otra orilla está llena de gracias y bendiciones… pero sobre todo, está llena del Amor de Dios… ¿qué te parece, me acompañas a la otra orilla…???

Comentarios

  1. La santidad no es otra cosa que hacer la Voluntad de Dios… si cumplimos los mandamientos, amamos a nuestro prójimo y perseveramos en la oración, podemos tener la seguridad que vamos por el camino correcto… “la otra orilla” no la alcanzaremos en esta vida… pero poco a poco, paso a paso, levantándonos después de cada caída, vamos acercándonos a ella… es un recorrido difícil, pero, como dice San Pablo, su gracia nos basta… tengamos como ejemplo e inspiración a todos aquellos que ya la han alcanzado y que interceden por nosotros para que un día nos unamos todos en una gran alabanza a Dios… DTB!

    Romualdo
  2. ¿ Cuando se puede decir que hemos cruzado el otro lado del lago? Aún no obstante de estar perseverando desde hace un buen tiempo en la confesión y la eucaristía constante, seguida, acompañada de la oración. Se que mis tiempos no son los tiempos de DIOS, sin embargo ¿ Cómo discernir los signos o señales que se está haciendo lo correcto?

    Francisco Javier Soberanis López

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