No me quiero acostumbrar

No me quiero acostumbrar

Nuestra parroquia está llevando a cabo 40 Horas de adoración como preparación para la Solemnidad del Corpus Christi que celebraremos el próximo domingo. Noemí y yo teníamos nuestro turno anoche y, mientras acompañábamos a Jesús, el coro comenzó a cantar una canción que decía,

“Yo no me quiero acostumbrar
al Milagro de tu amor,
a tu entrega y amistad,
no me permitas olvidar, Señor,
tu real presencia en el Altar.”

Esto me hizo pensar en lo afortunado que somos los católicos y lo poco que aprovechamos la maravillosa gracia de su presencia real en la Eucaristía. Pienso que nos hemos acostumbrado a tenerlo presente y hemos perdido la noción de lo que significa la Eucaristía. Si de verdad creyéramos, las Iglesias estarían repletas de personas y estos ratos de adoración eucarística habría que realizarlos en grandes estadios, para poder acomodar a todos lo que acudirían.

Imagina por un momento que se te diera la oportunidad de encontrarte cara a cara con Dios. De poder pasar un rato con Él, de hablarle y contarle todas esas cosas que te preocupan y, por supuesto, pedirle su ayuda. Estoy seguro que una oportunidad como esa sería más provechosa que cientos de visitas al terapeuta. Y alcanzaría más paz y felicidad a tu alma que la más soñada de las vacaciones.

Fíjate, los Evangelios están llenos de encuentros con Jesús. Y en cada uno de ellos, Jesús realizó un milagro o derramo una gracia especial. La hemorroísa fue sanada, Zaqueo fue salvado, Lázaro resucitó, la Magdalena fue perdonada, la viuda recobró a su hijo, el paralítico y el sordomudo volvieron a caminar, a escuchar y hablar, y el de Gerasa fue liberado…

Imagina que pudieras transportarte al año 30 y encontrarte con Jesús a orillas del Mar de Galilea. ¿Qué le dirías? ¿Te arrojarías a sus pies, como la pecadora pública… o le pedirías de beber, como la samaritana… o te envolverías en un diálogo teológico, como Nicodemo? Sería maravilloso, ¿¡no crees?!

Y si te dijera que eso ES posible. Que Jesús está vivo y quiere encontrarse contigo. No de forma simbólica ni alegórica ni espiritual… sino Jesús, el mismo que caminó sobre las aguas y calmó la tempestad. Está vivo y quiere verte, hablar contigo, escucharte y ayudarte a restaurar tu vida. Pero tienes que desearlo tú. Tienes que querer creer. Tienes que dar el primer paso, lanzarte confiadamente en sus brazos.

De eso se trata la Eucaristía, es el cumplimiento de la promesa de Jesús: «Yo estaré con ustedes, todos los días hasta el fin del mundo». Y la fiesta de Corpus Christi que estamos próximos a celebrar sirve para recordarnos que no debemos acostumbrarnos el milagro de su amor, de su entrega y su amistad. Sirve para que no olvidemos y tengamos conciencia plena de su real presencia en el altar. Anda, no esperes más… ve a encontrarte con Él. Te garantizo que tu vida será diferente si lo haces.

Comentarios

  1. Julieta, el nombre de la canción es “No me quiero acostumbrar” y solamente se la he escuchado al coro de nuestra parroquia, creo que es original de ellos… esta es la letra completa,

    Jesús has venido a mí,
    quiero agradecerte tu bondad.
    Conviertes pan y vino en tu divinidad,
    te acercas, ¡Oh Señor!, brindándome tu amor.

    Yo no me quiero acostumbrar,
    en cada comunión he de recordar,
    que soy un pecador que buscas perdonar,
    que depende de mí, estar cerca de Ti.

    Yo no quiero acostumbrar,
    al Milagro de tu amor, a tu entrega y amistad.
    No permitas olvidar, Señor!,
    tu real presencia en el altar.

    Tú en mi alma eres Rey,
    Médico y Amigo, el más fiel,
    Maestro que me enseñas lo que es la verdad,
    lo que es la libertad, lo que es amar.

    Quiero en silencio contemplar,
    mi alma se estremece de pensar
    que yo soy tu sagrario, que conmigo estás,
    que muy dentro de mí, te tengo todo a Ti.

    Romualdo
  2. Hola muy linda reflexion!!! Quisiera saber el nombre del pedacito de la cancion que esta dentro de la reflexion! MUchas gracias!!!

    Julieta
  3. Es verdad mientras tenemos esa gracia de disfrutar de su compañía no lo valoramos, y nos pasa lo mismo cuando tenemos a los seres queridos entre nosotros que teniéndolos no los disfrutamos y no los apreciamos, no compartimos momentos de compañía con ellos; y cuando ya no están queremos volvernos para poder disfrutar de su compañía, cuando ya no podemos volver dar marcha atrás. Gracias por regalarme este ratico de reflexión.

    María Rosalba

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