Sucesión apostólica, garante de la Verdad

Hace tiempo que dejé de contestar las críticas y comentarios que dejan los hermanos de otras denominaciones cristianas. La mayoría están cargados de odio hacia la Iglesia o hacia los católicos (me sorprende cómo alguien pretende predicar el Evangelio –que es amor– con tanto odio y saña en sus corazones), así que sencillamente los borro sin publicarlos. Pero hoy recibí el comentario de un hermano colombianos y presenta un ángulo interesante, aparte de que lo hace con respeto. En lugar de contestar sus interrogantes en un comentario, creí conveniente hacerlo en un artículo de forma que otras personas puedan beneficiarse de las respuestas.

Su comentario tiene dos partes, primero presenta la predicación apostólica como garante de veracidad en el Evangelio. Para luego cuestionar la apostolicidad de algunas prácticas y creencias católicas. De igual manera, la respuesta consta de dos partes.

GÁLATAS 1:8-9: Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

HECHOS 17.11: Y estos (habitantes) eran mas nobles que los de tesalónica, pues cada día escudriñaban las Escrituras, para ver; si lo que Pablo predicaba era así.

Todo creyente debía de leer las escrituras personalmente y basándose en estas dos citas Bíblicas, no pueden aceptar nada que los apóstoles no hubieran predicado, si alguien ha leído la Biblia, pregúntese: cuándo los apóstoles bautizaron niños, hicieron primeras comuniones, confirmaciones, perdonaron pecados, le rezaron a María o a otros muertos, procesiones con ídolos, cobraban indulgencias y tantos ritos mas que no cabrían aquí si los escribiera todos. También está el famoso evangelio de la tal “prosperidad”.

Todo lo que se predique y no lo predicaron los apóstoles, es falsa doctrina, es otro Evangelio, no lo acepten, no caigan en maldición.

¿Obedeceremos a los hombres antes que a Dios? (Hechos 5.29). Cada quien decidirá.

 

Querido hermano Carlos, de Colombia:

Recibí tu comentario, pero no puedo estar de acuerdo con lo que dices. Verás, tú te amparas en dos textos y una premisa. Los textos dicen que la Verdad se encuentra recogida en la predicación de los Apóstoles, cosa que es cierta. Pero tu premisa asume que toda su predicación está recogida en la Biblia y eso es incorrecto.

Pablo habla de “tradiciones” en dos contextos distintos. Por una parte, llama tradiciones de hombres las normas de la Ley que los fariseos habían impuesto al pueblo judío. Pero también habla de las tradiciones que ha recibido de los Apóstoles y que él le ha transmitido a las comunidades que va formando. Por ejemplo, en la primera carta a los Corintios les dice: «Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido» (11,2).

Esas tradiciones a las que Pablo se refiere no se limitan a lo que está escrito, como él mismo le explica a los Tesalonicenses: «Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta» (2 Tes 2,15). O sea, que parte de la predicación de los Apóstoles se transmitía «de viva voz» y no se encuentra recogida en la Escritura. A este efecto, Juan dice: «Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran» (21,25).

Es por esta razón que la autoridad no radica en la Biblia, sino en la Iglesia. Es en ella donde se conserva la plenitud de la Verdad revelada por Cristo, la que se consignó por escrito en la Biblia y la que se conserva en la Tradición Apostólica. Pablo mismo afirma la autoridad de la Iglesia sobre cualquier otra consideración cuando le dice a Timoteo que la Iglesia es «columna y fundamento de la Verdad» (1 Tm 3,15).

Resumiendo hasta aquí: La predicación de los Apóstoles es la única garantía de una autenticidad en el mensaje del Evangelio. Pero esa predicación no está limitada a lo que se puso por escrito, sino que incluye otra parte transmitida «de viva voz». Ambas predicaciones están conformadas por la Biblia (escrita) y la Tradición Apostólica (de viva voz). La Iglesia verdadera, la que Pablo llama «columna y fundamento de la Verdad», es aquella donde descansa la Sucesión Apostólica, la que puede seguir su historia desde este día hasta los Apóstoles. Esa Iglesia solamente puede ser una, la Iglesia Católica.

 

En tu comentario mencionas algunos puntos que, a tu entender, prueban que la Iglesia no sigue la enseñanza de los Apóstoles. Me gustaría discutirlos uno a uno, pero haciendo la salvedad de lo que mencionábamos antes: la predicación apostólica trasciende lo que quedó consignado por escrito en la Biblia.

“… pregúntese: cuándo los apóstoles bautizaron niños, hicieron primeras comuniones, confirmaciones, perdonaron pecados, le rezaron a María o a otros muertos, procesiones con ídolos, cobraban indulgencias y tantos ritos mas que no cabrían aquí si los escribiera todos”.

¿Cuándo los Apóstoles bautizaron niños? Jesús dijo: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). El libro de los Hechos habla de Lidia, vendedora de púrpura y natural de Tiatira, que al escuchar la predicación de Pablo se bautizó ella y los de su casa. Unos versículos más adelante también se menciona cómo recibieron el bautismo el carcelero y todos los de su casa (16,15.33). En ninguna parte de estos textos se encuentra una exclusión que diga que los niños no deban ser bautizados, al contrario el «todas las gentes» de Jesús y el «todos los de su casa» en el libro de los Hechos son textos inclusivos que indican precisamente eso, «todos».

Debo recordarte que los judíos circuncidaban a los niños a los 8 días de nacidos, con esto el niño era oficialmente admitido a formar parte del pueblo de Dios. El bautismo, aunque recoge una realidad muchísimo más amplia, también viene a admitir al niño a la comunidad de fe de sus padres, la Iglesia, y le obsequia el más grande de los regalos: ser hijo de Dios. ¿Por qué un padre habría de privar a un hijo de tan grande don?

¿Cuándo los Apóstoles hicieron primeras comuniones? En la primera carta a los Corintios, Pablo advierte del pecado de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo sin estar preparados: «Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» (11,27-29). Esto es así porque la Eucaristía no es un símbolo, sino Jesucristo mismo, su Cuerpo y su Sangre, y siguiendo la recomendación de Pablo, el cristiano debe estar preparado para recibirle. La primera comunión es esto, la preparación para recibir a Jesucristo en la Eucaristía por primera vez.

Sobre la Eucaristía, te invito a leer todo el capítulo 6 de Juan, pero te adelanto unos versículos: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre» (53-58).

La pregunta sería: Si Jesús lo dijo, si los Apóstoles así lo entendieron y si la primera comunidad así lo practicaba (eran asiduos a la Fracción del Pan), ¿por qué tu iglesia no cree en eso? Me parece que lo propio sería aplicar el mismo criterio que querías usar con nosotros, ¿no será que el tuyo es “otro evangelio”?

¿Cuándo los Apóstoles hicieron confirmaciones? Este sacramento confiere a los bautizados una nueva y renovada unción del Espíritu Santo por la imposición de las manos. En el libro de los Hechos encuentras un relato muy interesante: Felipe había estado predicando en Samaria y muchos se habían bautizado, entonces bajaron Pedro y Juan y los “confirmaron”. Te dejo el texto para que lo leas por ti mismo: «Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo» (8,15-17). También encuentras otro texto similar en Hechos 19,5-6, donde Pablo impone las manos a unos bautizados y estos reciben el don del Espíritu Santo.

¿Cuándo los Apóstoles perdonaron pecados? Perdona que comience la respuesta haciéndote una pregunta, pero ¿crees tú que Jesús le daría poder a los Apóstoles para hacer algo y que ellos no lo hayan hecho? «Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”» (Juan 20,22-23). Fíjate, después de la Resurrección, Jesús se aparece a los Apóstoles y les da el poder de perdonar o retener pecados. ¿Sería lógico inferir que ellos nunca lo hicieron porque no aparece explícitamente en la Biblia? ¿O sería más prudente pensar que los Apóstoles hicieron como mando Jesús, perdonando los pecados de los que se acercaban a ellos con arrepentimiento?

¿Cuándo los Apóstoles le rezaron a María? Debemos comenzar por aclarar qué significa “rezar a María”. La Iglesia enseña que María tiene un lugar privilegiado para los cristianos por ser la Madre de Jesús. También la consideramos Madre nuestra, pues Él nos la dejó en la figura del «discípulo amado» al pie de la cruz. La Iglesia también reconoce el poder de intercesión de María, tal y como aparece en el pasaje de las Bodas de Caná, cuando Jesús adelantó su primer milagro (aún no había llegado su hora) para atender la súplica de su Madre a favor de los novios. Pero el pasaje que deseas –uno donde aparezcan los Apóstoles rezándole a María– no existe; y no existe, en gran medida, porque María y los Apóstoles son contemporáneos, o sea estaban vivos al mismo tiempo.

Aunque no existe el pasaje que me pides, quisiera contarte que en Manchester, Inglaterra, se conserva un papiro del año 250 donde aparece la oración a María más antigua que se conoce. Esa oración formaba parte de los ritos bizantino, copto, ambrosiano y latino, y dice: “Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita”. Como te expliqué al comienzo, para nosotros es tan importante la predicación de los Apóstoles que la Iglesia conservó por escrito en la Biblia, como la que se transmitió «de viva voz» y que se encuentra recogida en la Tradición Apostólica. La devoción a María en la primera comunidad cristiana, aunque no aparece explícitamente en la Biblia, sí tiene una raíz bíblica. Además, está ampliamente documentada en los escritos de los Padres Apostólicos, aquellos que fueron discípulos directos de los Apóstoles. Por cierto, creo que debes saber que los Evangelios no fueron escritos directamente por los Apóstoles, sino que son redacciones escritas por sus discípulos una vez ellos murieron.

¿Cuándo los Apóstoles hicieron procesiones con ídolos? Esta pregunta tiene dos partes, vamos a ver primero lo de los ídolos y luego atenderemos lo de las procesiones.

Dios le entrega a Moisés unos preceptos para el pueblo: las “diez palabras” o los “diez mandamientos”. El primero de estos preceptos dice: «No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos» (Ex 20,3-6; Dt 5,7-10).

Un poco más adelante al texto del Éxodo que acabamos de ver, cuando los israelitas eran asediados por una plaga de serpientes, Moisés clama a Dios y este le ordena: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá» (Num 21,8). Dice la Palabra que Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un mástil, al mirarla, los israelitas que habían sido mordidos por la plaga de serpientes, se sanaban. Me parece fascinante que Jesús, en su diálogo con Nicodemo, se compare a sí mismo con esa imagen de una serpiente: «como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna» (Jn 3,14-15).

Quisiera que fijaras la atención también en otra orden de Dios a Moisés: «Harás, además, dos querubines de oro macizo; los harás en los dos extremos del propiciatorio: haz el primer querubín en un extremo y el segundo en el otro…» (Ex 25,18ss). Al igual que la serpiente, estos querubines son “imágenes” y es Dios mismo quien manda a fabricarlas.

Pero no solamente la serpiente de bronce y los querubines sobre el Arca de la Alianza, también el Templo de Jerusalén estaba ricamente decorado con imágenes de todo tipo: bueyes, leones, toros, querubines… de fundición y grabados. ¿No te parece que existe un cierto conflicto entre lo que Dios manda a hacer y la interpretación que pretendes darle al precepto sobre las imágenes?

Dios es un Dios de orden, Él no puede prohibir algo y luego mandar a hacerlo, así que debe haber algún error en la interpretación del precepto en Éxodo 20 y Deuteronomio 5. Fíjate, si el solo hecho de fabricar o tener una imagen fuera pecado, también sería pecado darle una muñeca a tus hijas, o tener una figura decorativa en la casa, o guardar la foto de un ser querido. Te digo más, ni siquiera es pecado postrarse por el hecho de postrarse: se postraron los hermanos ante José (Gn 43,28); se postró Salomón ante Betsabé, su madre (1 Re 2,19); se postró la sunamita ante Eliseo (2 Re 4,37).

Dios no prohíbe hacer o tener una imagen, ni postrarse ante alguna persona o alguna cosa, Dios lo que prohíbe es tener otros dioses. En eso radica el pecado de la idolatría, en adorar ídolos en lugar de adorar a Yahveh, el único Dios verdadero, o como nos fue revelado por Jesucristo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Iglesia solamente adora a Dios. Le tenemos un especial respeto a María, por ser la Madre de Jesús; y admiramos a los santos, por ser personas que vivieron las virtudes de forma heroica y que nos sirven de ejemplo sobre cómo se debe vivir el Evangelio. Pero no adoramos ni a la Virgen ni a los santos, sino sola y únicamente a Dios.

Sobre las procesiones… hay varias clases de procesiones. Por ejemplo, en la Fiesta del Corpus Christi (el Cuerpo y la Sangre de Cristo) salimos a la calle en procesión con el Santísimo Sacramento. Esa es otra forma de llamarle a la Eucaristía que, como te dije antes, es Cristo mismo, vivo y presente bajo la apariencia de Pan y Vino. Así que en estas procesiones no salimos con “ídolos”, sino que llevamos a Dios por las calles, rindiéndole el honor y la gloria que Él se merece para que todos puedan verlo.

En Semana Santa hacemos una procesión recordando el Vía Crucis, el camino de Jesús hacia el Calvario. En ocasiones estas procesiones se “actúan”, donde personas hacen el papel de los distintos personajes. Otras veces usamos imágenes que los representen. En ambos casos, la idea es mover el corazón a Dios y al sacrificio que ofreció en la cruz por nosotros. También hacemos procesiones donde llevamos la imagen de la Virgen en alguna de sus advocaciones. Esto lo hacemos en algunas fiestas y siempre está relacionado con el Misterio de Cristo. Pero la idea central detrás de las procesiones es bíblica y se inspira en la procesión con la cual el rey David traslada el Arca de la Alianza a la casa de Abinadab (2 Sam 6), luego a la casa de Obededom de Gat (1 Cro 13) y al monte Sión (1 Cro 15 y 16).

Volviendo a los ídolos… Los ídolos actuales no son las figuras o imágenes católicas, en todo caso, estas solamente buscan atraer la mente y el corazón del creyente hacia Dios. Los ídolos “modernos” son el dinero, el poder, la droga y el sexo, estos representados en políticos, artistas y deportista que el pueblo “idolatra” como pequeños dioses. Esta idolatría está tan arraigada en nuestra sociedad que ataca por igual a católicos, protestantes y evangélicos. Es a ellos a quienes debes dirigir tus esfuerzos denunciando su pecado y anunciando la misericordia de Dios.

¿Cuándo los Apóstoles cobraron indulgencias? Debemos comenzar por aclarar que el término está mal utilizado. Indulgencia viene del latín “indulgentia” y quiere decir: bondad, benevolencia, remisión, favor… En concreto, lo que significa es borrar la culpa asociada con los pecados. Por eso la pregunta no debe ser si se cobran indulgencias, sino si se cobra por las indulgencias o por perdonar la culpa asociada a los pecados.

La Iglesia comenzó a dar indulgencias en el siglo III. El fundamento bíblico encontraba su razón en la autoridad apostólica de la Iglesia para perdonar/retener pecados (ya vimos que Jesús le entregó este poder a los Apóstoles). La práctica se prostituyó en la Edad Media por parte de algunos obispos, que ofrecían indulgencias a cambio de dinero. Esta acusación estaba incluida en las tesis de Lutero que dieron pie a la Reforma Protestante (imagino que sabes que todas las iglesias protestantes y evangélicas son desprendimientos de la Iglesia Católica y no existían antes de la Reforma). Luego de la Reforma, la Iglesia corrigió los excesos y en la actualidad no se cobra. De hecho, la Iglesia no cobra el diezmo ni exige ninguna ofrenda específica, sino que cada fiel aporta lo que puede y quiere, según sus posibilidades. Las aportaciones de los fieles se utilizan para la administración de las iglesias locales, diocesanas y universal. En adición, se hacen colectas anuales para las distintas caridades que mantiene la Iglesia en distintas partes del mundo. Ambas cosas encuentran sus raíces en la viuda que ofrenda dos monedas en el Templo, colecta que iba destinada al mantenimiento del mismo; y en la colecta que Pablo recoge por las iglesias locales que fundaba y que estaba destinada para la iglesia de Jerusalén.

La parte de los ritos que no cabrían aquí no puedo respondértela como quisiera porque no sé a qué ritos específicamente te refieres. Pero el rito más importante de la Iglesia y en que el cual se centra toda la vida eclesial es la celebración de la Eucaristía. La Misa es la celebración de la Última Cena y de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, todo como un solo momento teológico y el Misterio más grande de nuestra fe.

La Última Cena se dio dentro del marco de la Pascua judía. El concepto de “memorial” en el pueblo hebreo significaba “hacerse presente” como si fuera uno mismo quien celebraba la primera Pascua en Egipto, como si cada uno comiera el cordero a toda prisa y pasara por el Mar Rojo junto a Moisés. Es dentro de ese contexto que debemos entender las palabras de Jesús: «haced esto en memoria mía». La Misa es una sola y fue celebrada por Jesucristo hace dos mil años, nosotros nos hacemos presente místicamente y participamos de ella.

Tanto la celebración de la Eucaristía, como los demás ritos litúrgicos de la Iglesia, están llenos de pasajes de las Escrituras y símbolos de lo que se realiza y porqué se realiza. De hecho, el pueblo judío celebraba una serie de fiestas (la Pascua era una de ellas), todas llenas de ritos complejos y riquísimos en su simbología. Convendría que estudies un poco sobre las fiestas judías para que entiendas mejor la liturgia católica. También te invito a que busques información sobre algunas de las iglesias protestantes históricas, pues ellas conservan una liturgia parecida a la nuestra. Pero, como es natural, mientas más te alejas de la fuente, más se va perdiendo la raíz y la razón de las cosas. Esto es lo que sucede con las iglesias evangélicas, en especial las pequeñas iglesias que no están afiliadas a ningún concilio y sus pastores tienen muy poca o ninguna preparación teológica, sus cultos son “simples” y están desprovistos de la simbología judeo-cristiana tradicional.

En lo que sí estoy de acuerdo contigo es en la falsedad del “evangelio de la prosperidad”. Este “evangelio”, que no tiene nada que ver con la Iglesia Católica, se basa en algunas creencias pre-cristianas del Antiguo Testamento, cuando aún no se tenía conciencia de una vida eterna y se pensaba que el bien o mal que hacemos se retribuye en esta vida.

 

Querido hermano, comenzaste tu comentario exhortando a todo creyente a leer las Escrituras y a no aceptar nada que no fuera apostólico. Te invito a hacer lo mismo. Lee las Escrituras, pero léelas en clave apostólica, buscando aquellas cosas que sí dijeron e hicieron los Apóstoles y que solamente la Iglesia verdadera ha conservado.

La Eucaristía es central en el Misterio de Cristo. No se trata de un mero símbolo, sino el cumplimiento de la promesa de Jesús: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo». Por eso Juan le dedicó un capítulo completo al discurso del Pan de Vida, por eso los tres sinópticos y Pablo hablan de su institución en la Última Cena, y por eso el libro de los Hechos recalca enfáticamente que aquellos primeros cristianos acudían asiduamente a la Fracción del Pan. Es ahí, en el Pan Partido, que los discípulos de Emaús reconocieron a Cristo… y donde tú también puedes encontrarte con Él, alimentarte de Él y entrar en comunión plena con Él.

La Iglesia verdadera tiene que ser apostólica, sí. Porque solamente la autoridad conferida por Jesucristo a su Iglesia puede garantizar que no seguiremos «otros evangelios». Pero esa autoridad y esa Iglesia apostólica solamente puede estar presente en la Iglesia edificada por Jesús y que ha permanecido firme por dos mil años. La Iglesia que escribió la Biblia. La Iglesia de los mártires. La Iglesia de los Concilios. La Iglesia que es “universal”. Qué esa Iglesia ha cometido errores, sí, es cierto. También los has cometido tú y yo y los Apóstoles. Jesús no prometió una Iglesia perfecta, pero prometió que esa Iglesia persistiría en la Verdad.

Hermano, sé que tu intención es buena y tu deseo de servir a Dios es genuino y honesto. Piensa por un momento cómo llegaste a esta página y qué es lo que Dios quiere decirte. Ora y pregúntale.

Quisiera recordarte las palabras de Gamaliel ante el Sanedrín: «Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá; pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os encontréis luchando contra Dios». La Iglesia Católica tiene dos mil años de historia. Fuimos, somos y seremos atacados siempre. Lo dijo Jesús: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros […] Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros». Te invito a reflexionar si eres tú uno de los que atacan a Jesucristo y a su Iglesia. O si tal vez es Él quien te está trayendo a las puertas de su casa, para que vengas a servirle aquí, en su Iglesia.

Que Dios te bendiga,

Romualdo

Comentarios

  1. Completa, sencilla, sincera, fraterna,…respuesta, Romualdo

    No es fácil responder a tantos temas de forma sintética. Es duro sacrificar citas y argumentos en aras de la brevedad. Personalmente, he echado en falta un texto de S. Lucas, ante el que cierran los ojos los “hermanos separados”:

    «Quien a vosotros os escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a Mí me rechaza; y quien me rechaza a Mí, rechaza al que me ha enviado.» (Lc 10,16). Es decir, el que rechaza al Colegio Apostólico que preside Pedro, rechaza al Padre Eterno.

    En cuanto a la devoción a María, es bueno buscarla al menos en dos fuentes:

    a- El Nuevo Testamento.

    1º- Su dignidad de Madre del Mesías-Dios. Su Presencia maternal a lo largo de toda la Vida de Jesús, Hijo de Dios e hijo suyo. Citemos como más significativos: Belén,… Caná,… al pie de la Cruz,… Reuniendo -de nuevo en el Cenáculo- bajo su Manto Materno a los Apóstoles dispersos, para aguardar la llegada del Espíritu Santo y asistir en primera fila al Nacimiento de la Iglesia.

    ¿Quién más digna que Ella? Su Concepción inmaculada fue obra del Espíritu Santo y su presencia no fue anecdótica en Pentecostés. Por ser Humilde no dictó a San Lucas la calidad de su Oración en aquella Espera, estando íntima y misteriosamente Unidad al Espíritu Santo desde el primer instante de su Concepción,…

    No hace falta discurrir mucho para ver la situación de María, la Virgen Santísima, en el Plan de Dios: Ella asiste al nacimiento del Precursor; Ella concibe en su Seno al mismo Hijo de Dios. Ella asiste -con mayor dignidad que nadie- al Nacimiento de la Iglesia el día de Pentecostés. Ella concibe con dolores de parto al pie de la Cruz, a los hijos que -representados por Juan- en Cristo, con Él y por Él, serán hijos de Dios.

    2º- Cuando Felipe pide a Jesús que les muestre al Padre, les dice, entre otras cosas: “Si no creéis en mis palabras, creed al menos en las obras que hago” (Jn 14,7-14). Y a los discípulos del Bautista: “Id y anunciad a Juan… los ciegos ven, los cojos andan,…los muertos resucitan…” (Mt 11,1-15).

    Pues bien, María, la Madre de Dios, podría decir hoy algo semejante, a todos los que por su cuenta se ponen el Nombre de su Hijo (cristianos) pero no son capaces de llamarla Madre como hacía Jesús.
    Y es que en numerosos lugares del Mundo, a lo largo de la Historia de la Única Iglesia que Cristo findó, María, como Buena Madre, ha estado y está actualizando a cada instante su papel de Mediadora como en las Bodas de Caná.

    b- En la Tradición Mariana de la Iglesia:
    + La vemos como Reina y Madre de los Apóstoles acudiendo a Zaragoza para fortalecer al Apóstol Santiago. Y la autenticidad de esta manifestación “en Carne mortal” que la Tradición fija en el 2 de enero del año 40, está avalada por muchos milagros, en especial, el de la curación del Cojo de Calanda: todo un acontecimiento social, histórico, religioso, rigurosamente cierto.

    Baste recordar el libro de Berceo (s.XIII) “Milagros de Nuestra Señora”, en el que el poeta viene a decir que son incontables los Milagros de su amor maternal.

    c- En las Revelaciones privadas a místicos y en lugares de Apariciones. Quienes las marginan están despreciando la Palabra de Dios que nos dice: “No apaguéis el espíritu. No despreciéis las profecías. Probadlo todo y quedaos con lo bueno” (I Tes. 5:29-21).

    Y así, en estos lugares se manifiesta -como hemos mencionado (Mt 11,1-15)- el Espíritu de Cristo a través de su Madre. Los Milagros son incontables. Para que nadie eche en falta a ninguno mencionaremos sólo a la Virgen de Lourdes.

    Es lamentable que muchos -incluso dentro de la Iglesia- ante estas muestras de la Divina Misericordia a través de María, adoptan la postura lamentable de los fariseos del Evangelio: les molestaba que Cristo hiciera Milagros.

    Pero creo que me estoy extendiendo demasiado.

    Gracias, Romualdo. A seguir invocando al Espíritu Santo. En unión de oraciones.

    Alejandro

    Alejandro
  2. Es un excelente artículo, felicitaciones. Son muchas cosas las que logre entender, especialmente sobre el sustento bíblico y los sacramentos.

    Héctor Cháux
  3. es muy importante lo que dices excelente nos sirve mucho como católicos para poder defender nuestra fe antes de todo darte las gracias porque me has ayudado bastante algunas cosas sabia pero me has hecho recordar y quisiera que me respondas 2 preguntas que me hizo un testigo de jehova ¿ porque iglesia católica apostólica y romana si no se encuentra en la biblia? ¿ por qué creo en una iglesia que mando matar gente en la santa inquisición? te lo agradecería muchísimo si ayudaras en esto ya que no supe responderlo.

    darwin terrones chilcon
  4. Dios y la Virgen te bendigan siempre. Que Nuestro SEnor t siga utilizando a evangelizar por este medio. Que su Santo Espíritu te guíe y te ilumine para todo aquel que lea tu página aprenda cada dia mas de la palabra de Dios.

    Rosa Colón
  5. WOW, Dios es WOW, no se como expresarlo, mas Dios es su Iglesia nos transmite su mayor amor… amo a los hermanos Esperados, si, a aquellos que los ESPERAMOS para decirles “bienvenidos a casa”, la Iglesia Catolica….

    Alfred Montes
  6. Zehir, gracias dos veces, por tus palabras y por la corrección…!!! DTB!

    Romualdo
  7. exelente articulo, pero corrija donde cita: 2tes;3,15. es 2tes; 2,15

    zehir gonzalez
  8. ESTOY ORGULLOSA DE SER CATOLICA,en alguna ocasion se me cuestiono igual, por una hermana separada y me dolio no saber responder las mismas preguntas que le hicieron a usted,gracias porque a partir de hoy cuando ataquen a mi iglesia sabre que decir,ellos creen entender la palabra con la biblia en la mano,pero como dice usted no todas las respuestas quedaron escritas. gracias

  9. Tú artículo me parece excelente por que est´´a sustentado en las mismas escrituras y ella se dice: “La verdad os hará libres” y “el E. S. qué les enviaré os lo revelará todo”, y en las escrituras por ser la Verdad misma; no tiene errores, pero es la confusion-que proviene de dividir la Iglesia, desde los tiempos del Martin Lutero, que ha creado las sectas. Los católicos, de nombre, poco leemos la Biblia y en las Iglesias pocas tienen cursos biblicos. Por eso no sabemos defender nuestra Fe. Yo no discuto de un tiempo para acá con los hermanos separados porque no hay peor sordo que no quiere oir. Jesús, que vino para salvarnos a todos se encargará de unirnos en una sola Iglesia; aquella que ha sido purificada, blanqueada ….

    luz marina almarza

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