El Rosario con el Papa Juan Pablo II

En octubre 2002, al empezar el vigésimo quinto aniversario de su pontificado, el Papa Juan Pablo II nos ha dado una linda carta pastoral sobre el Rosario de la Virgen María proclamando el Año del Rosario. A veces, al recibir un nuevo documento, lo leemos rápidamente y le archivamos sin apreciarlo a su verdadero valor. Al leer y releer con atención esa carta del Papa, nos demos cuenta que no ha sido escrita solamente con su cabeza, pero sobre todo con su corazón. ¿Quién no conoce su amor por María y su divisa “Totus Tuus”? De allí, nos viene lo que es tal vez uno de los más lindos documentos de su pontificado.

Una persona que se inscribe a un programa de condicionamiento físico para mantenerse en forma y conservar la salud se busca primero un buen director técnico, y sigue sus consejos para alcanzar buenos resultados. No hay edad para pensar que no podemos mejorar. Lo mismo para nuestra manera de rezar el Rosario.

En Fátima, cuando la Virgen preguntó a Francisco si rezaba bien su Rosario, contestó: “¡OH, no muy bien, Señora!”. Sus esfuerzos para rezarle mejor han hecho que alcanzó una gran santidad en los dos años de vida que le quedaban.

Hay de esas oraciones que son siempre buenas. Nos hemos acostumbrado a “decir el Rosario”, tal vez desde nuestra infancia, pero, ¿cómo lo rezamos? El Rosario que tiene la sencillez de una oración popular, es capaz de hacernos avanzar en el camino de la santidad si le rezamos como de debe.

Un color espiritual

Según los misterios que meditamos, el Rosario da a nuestros días un cierto “color” espiritual de alegría, de esperanza, de tristeza, de agradecimiento, etc. Hay que dejarse mecer por la contemplación de los diferentes momentos de la vida de María ligada a la vida de Jesús. Ese método de oración basado en la repetición sirve a favorecer su asimilación. Los enamorados no se cansan de repetirse las palabritas de amor, que parecen siempre nuevas según los sentimientos que las inspiran.

No debemos sorprendernos de la necesidad de un método para mejorar nuestra manera de “rezar el Rosario”. Hay personas que buscan en las otras religiones nuevas maneras de meditar, que tienen elementos positivos y a veces compatibles con nuestra experiencia cristiana. Pero, a veces esos elementos extraños esconden un fondo ideológico inaceptable.

Le meditación del Rosario contiene unas características propias que responden a las exigencias específicas de la vida cristiana. Aún si el Rosario debe ser en sí una contemplación, no debemos olvidar su meta verdadera que es de introducirnos de manera natural en la vida de Cristo, y de hacernos “respirar” sus sentimientos, como lo ha hecho María.

Modo de empleo

En su carta pastoral, el Papa, nos comunica su experiencia personal. Sigámosle. El anuncio del misterio y la posibilidad de contemplar una estampa que le representa ayudan a concentrar nuestra atención. El elemento visual permite fijarnos sobre los diferentes momentos de la vida de Cristo y favorece la concentración del espíritu sobre el misterio enunciado. Es evidente que el Rosario es limitado a unos momentos principales de la vida de Cristo. Pero, desde allí nos puede conducir fácilmente a contemplar el resto del Evangelio, sobre todo cuando se reza en unos momentos de recogimiento prolongados.

Es provechoso favorecer una mayor profundidad de la meditación leyendo el pasaje bíblico que le corresponde. La palabra inspirada debe ser escuchada con la certeza que es Palabra de Dios, pronunciada para mí, hoy. No se trata de recordar una información ya conocida, sino de dejar el Señor hablarnos al corazón en ese mismo instante. Se preconiza un tiempo de silencio para ayudar a la asimilación del misterio mencionado. El redescubrimiento del valor del silencio es uno de los secretos para la práctica de la contemplación y de la meditación. Es el gran descubrimiento de los jóvenes de Taizé. Tomar conciencia del hecho de que nuestra sociedad es condicionada por la tecnología y los medios de comunicación social, nos lleva a redescubrir la necesidad del silencio.

Veamos ahora cada una de las tres principales oraciones que componen el Rosario mismo.

El “Padre Nuestro”
Es la oración misma que Jesús enseñó a sus apóstoles. Con el Padre Nuestro, Jesús nos introduce en la intimidad de su Padre, lo que hace de nosotros sus hermanos al comunicarnos su Espíritu. Formamos “su” gran familia. El Padre Nuestro deviene como el fundamento de la meditación que seguirá con el rezo meditativo de los Ave María.

El “Dios te Salve María”
Los diez “Dios te Salve María”, rezados lentamente, hacen del Rosario una oración mariana por excelencia. Esa repetición nos ayuda a contemplar con alegría, admiración y agradecimiento el más grande milagro de la historia. Esas palabras del Arcángel Gabriel dirigidas a María y las palabras de su prima Isabel expresan la admiración del Cielo y de la tierra para ella. Es la admiración de Dios por su obra maestra, la Encarnación del Verbo en el seno virginal de María.

El nombre de Jesús, en el corazón del Ave María, es el hilo que nos orienta hacia la secunda parte de la oración, en donde dirigiéndonos a María, confiamos a su maternal intercesión nuestra vida presente y la hora de nuestra muerte.

El “Gloria al Padre”
No damos siempre la importancia merecida al “Gloria al Padre”. Esa alabanza a la Trinidad es la meta de la contemplación cristiana. Cristo mismo es el camino que nos conduce al Padre en el Espíritu. Al rezar esa alabanza como se debe, nos ubicamos frente al misterio de las tres Personas Divinas que debemos alabar, adorar y agradecer.

Es importante que el “Gloria”, que es la cima de la contemplación, sea bien subrayado. En vez de devenir una simple conclusión, eleva nuestra contemplación a la altura del Tabor, en donde “es tan agradable vivir”.

Como buenos deportivos sigamos nuestro director técnico, el Papa Juan Pablo II, revisemos nuestros métodos y seamos fieles a nuestro entrenamiento cotidiano. El mismo Rosario, que hemos rezado como una rutina durante muchos años, puede devenir una oración totalmente diferente, capaz de hacernos descubrir ese tesoro que está a nuestro alcance, pero que tal vez no hemos sabido apreciar como se debe.

Un deseo para terminar

¡Qué esa llamada del Papa no sea hecha en vano! Si nuestra primera lectura de la Carta Pastoral sobre el Rosario ha sido rápida, volvamos a leerla para descubrir toda su profundidad y toda su riqueza. Aún, si el año del Rosario ha concluido, no hemos terminado de aprender. Nos falta todavía mucho trecho. Seguramente, después de habernos puestos a la escuela del Papa con perseverancia, nuestra manera de “orar” el Rosario será ciertamente transformada.

P. Clemente Larose, C.S.V.
Director Espiritual del Comitium Virgo Fidelis, Diócesis de Carabayllo

Fuente: Legión de María Org

Nota: La carta pastoral Rosarium Virgines Mariae puede leerse en la español en la página de la Santa Sede, aquí les dejo el enlace directo para que puedan seguir profundizando en la riqueza de esta maravillosa oración.

“Los invito a orar con el corazón y no sólo por hábito. Algunos vienen pero no quieren progresar en la oración. Por tanto, yo quiero suplicarles: oren para que en todo momento la oración prevalezca en sus corazones”, Medjugorje, 2 de mayo de 1985...

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